PARQUE NATURAL DE LAS HOCES DEL ALTO EBRO Y RUDRÓN

Miles de años han tardado el caudaloso Ebro y su afluente el Rudrón para abrir su curso hacia el Mediterráneo. Atravesar la provincia burgalesa no ha sido una labor fácil. Para ello, la feroz fuerza del agua ha desgastado la roca caliza. Hoy podemos contemplar atónitos el resultado. Junto a los páramos mesetarios de Castilla, la orografía se complica: las altas paredes rocosas acompañan a los ríos a lo largo del espectacular recorrido; son Los Cañones del Ebro. Junto a esta naturaleza inalterada, los colores ocres de las calizas y del páramo contrastan con los tonos verde de los encinares y de la exhuberante vegetación de ribera. Pero los Cañones no son únicamente atractivos por su entorno natural. La presencia humana está constatada desde hace miles de años en sus enigmáticos dólmenes. El arte románico nos ha legado numerosos ejemplos de gran calidad. Y los señores del medievo también fueron los constructores de algunos de los núcleos de población en los que abundan las sólidas casonas blasonadas. En otros pueblos, las construcciones típicas de madera y de piedra han dado esa vistosa presencia al conjunto. En estos bellos parajes burgaleses es fácil olvidar la rutina diaria de nuestra vida. Te recomendamos que te sumergas con nosostros en estos milenarios lugares: bien paseando a pié por el Cañón, junto a la orilla del Ebro, o bien descubriendo con el coche sus pueblos, sus tesoros monumentales y sus amables gentes. Para disfrutar solo hace falta deseo y respeto hacia el medio natural y todos sus pobladores.